Venus y las Pléyades

Venus y las Pleyades

Mitología de las Pleyades

            Podemos clasificar el encuentro como la diosa del amor visita a las siete hermanas, y así fue, fue el 3 de abril de 2004 cuando la diosa perfumó de amor a las siete hermanas solitarias y siempre buscadas por el cazador Orión. El fenómeno astronómico fue precioso y el mitológico de libre pensamiento de cada uno de los lectores de esta Web.

Mitología de las Pleyades

            En la mitología griega, las siete hijas de Atlas y de Pléyone, la hija de Océano. Sus nombres eran Electra, Maya, Taigete, Alcíone, Celeno, Astérope y Mérope. Según algunas versiones del mito, se suicidaron por la pena que les produjo el destino de su padre, Atlas, o por la muerte de sus hermanas, las híades. Otras versiones las hacen servidoras de Ártemis, diosa de la fauna y de la caza. Las perseguía el gigante cazador Orión, pero los dioses consiguieron rescatarlas y las transformaron en palomas. Después de su muerte o metamorfosis fueron transformadas en estrellas, pero aún las sigue persiguiendo por el cielo la constelación Orión.

 Las Pleyades ó M45

                Las Pleyades ó M45 es un cúmulo estelar de unas 400 o 500 estrellas, a unos 415 años luz del Sistema Solar, en dirección a la constelación Tauro. Las estrellas están separadas unas de otras por una distancia media de un año luz, y las fotografías muestran que están rodeadas de una nebulosidad que brilla por la luz que refleja de estas estrellas. Los griegos clásicos le pusieron este nombre por las ‘Siete Hermanas’ de la mitología. Hay observadores que mantienen que a simple vista se pueden detectar 12 estrellas del cúmulo, aunque personalmente veo las siete hermanas y no más.

M45 con su nebulosa asociada

            Tal belleza las observamos en la constelación de Taurus durante el frío invierno en el hemisferio norte y algo más próximo en el horizonte norte durante las cálidas noches veraniegas de Enero desde el soñado sur.

Taurus, la constelación.

    La constelación de Taurus se halla en el hemisferio norte. Es observable en el hemisferio norte durante las noches de invierno y durante el mes de Enero en el sur. Se trata de una constelación bastante fácil de localizar. Durante más de treinta días el Sol cruza la constelación iniciando así el mes de taurus solar.  Al cortar la eclíptica la constelación en dos mitades observamos en ella como tanto los planetas como el Sol la cruzan en diferentes meses durante el año.  El cúmulo de las pleyades ó M45 se halla a 4º al norte de la eclíptica, por tanto, se pueden observar ocultaciones por parte de nuestro satélite, la Luna a dicho cúmulo, fenómeno realmente espectacular; pero además por hallarse tan próximo podemos ver como es el caso que nos lleva el paso del planeta Venus por las pleyades.

Los Mayas y la diosa del amor

                       Nos remontamos a los Mayas, y observamos que estudios sobre los astros que realizaron los mayas y que hoy siguen sorprendiendo a los científicos es su obsesión por el movimiento de los cuerpos celestes se basaba en la concepción cíclica de la historia, y la astronomía fue la herramienta que utilizaron para conocer la influencia de los astros sobre el mundo.

EL CALENDARIO DE 260 DIAS – TZOLKIN

EL CALENDARIO DE 365 DIAS – HAAB

            El calendario solar maya era más preciso que el que hoy utilizamos. Todas las ciudades del periodo clásico están orientadas respecto al movimiento de la bóveda celeste. Muchos edificios fueron construidos con el propósito de escenificar fenómenos celestes en la Tierra, como El Castillo de Chichén Itzá, donde se observa el descenso de Kukulkán, serpiente formada por las sombras que se crean en los vértices del edificio durante los solsticios. Las cuatro escaleras del edificio suman 365 peldaños, los días del año. En el Códice Dresde y en numerosas estelas se encuentran los cálculos de los ciclos lunar, solar, venusiano y las tablas de periodicidad de los eclipses.

        Entre los mayas, la cronología se determinaba mediante un complejo sistema calendárico y matemático. El calendario de los mayas, que se remonta probablemente al siglo I a.C., se basaba en una doble contabilidad: el ritual o tzolkin (de 260 días) y el solar o haab (de 365 días). En el calendario solar, el año comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de julio; 364 días estaban agrupados en 28 semanas de 13 días cada una, y el Año Nuevo comenzaba el día 365. Además, 360 días del año se repartían en 18 meses de 20 días cada uno. Las semanas y los meses transcurrían de forma secuencial e independiente entre sí. Sin embargo, comenzaban siempre el mismo día, esto es, una vez cada 260 días, cifra múltiplo tanto de 13 (para la semana) como de 20 (para el mes). Un ciclo de 52 años solares o de 73 rituales sumaban 18.980 días y se denominaba ‘rueda calendárica’.

        El calendario maya, aunque muy complejo, era el más exacto de los conocidos hasta la aparición del calendario gregoriano en el siglo XVI. La unidad más simple era el día o kin; un total de 20 kines componían un uinal; 18 uinales, un tun (360 días); 20 tunes, un katún (7.200 días) y así sucesivamente. Los finales de katún eran especialmente conmemorados.

Según algunas hipótesis tenían controlado el paso de Venus por el cúmulo de las pleyades cada ocho años y para ellos representaba el inicio de un ciclo o año nuevo y por tanto, se involucraban en hacer rituales sangrientos para rogar a los dioses que no se enfadaran con el pueblo y pudieran continuar viviendo durante otro ciclo de años. Los números son claros, el ciclo anual de los mayas duraba 52 años, que resulta de la combinación de los 73 rituales o rueda calendárica. Pero claro,

        El ciclo de Venus se combina con otros ciclos en intervalos periódicos. Después de cinco años de Venus, su ciclo coincide con el ciclo solar, puesto que 5 x 584 es igual a 8 x 365 = 2.290 días. O sea, que 5 años sinódicos de Venus equivalen a 8 años solares.  El mismo día-signo y el mismo número sólo ocurren nuevamente cada 65 ciclos de Venus, o sea, 65 x 584 = 37.960 días, la cantidad de días de 104 años solares, lo cual equivale a dos «atados» (o haces) de 52 años. El ciclo solar de 365 días, el ciclo sagrado de 260 días y el ciclo de Venus coinciden después de haber transcurrido dos «siglos» de 52 años.

        Las desapariciones y reapariciones de Venus son las analogías estelares del mito de Quetzalcóatl-Kukulcan. El planeta Venus es Quetzalcóatl, «La Serpiente-quetzal» o «La Serpiente Emplumada», denominación cuyo significado puede también interpretarse como «los gemelos preciosos», con referencia a las dos apariciones del planeta que semejan estrellas gemelas. La Estrella Matutina es Quetzal, «La Preciosa».  

        Una versión del mito de Quetzalcóatl cuenta cómo él se arrojó a una pira funeraria compungido por haber roto con su estado de castidad estando ebrio. Su corazón se elevó desde las cenizas, remontándose hacia el cielo hasta convertirse en la Estrella Matutina.

         Otra versión cuenta que, después de morir y antes de resucitar y ascender a su trono en el cielo, en el que reina como el planeta Venus, Quetzalcóatl permaneció invisible durante varios días mientras vagó por el averno Venus, la Estrella Matutina que nace en el Este y después desaparece antes de reaparecer en el oeste como la Estrella Vespertina, cruza el universo tal como lo hace una nave por el agua. El paso a través del cosmos significa el paso de la muerte hacia el renacimiento. La salida helíaca de la Estrella Matutina en el Este es de mal augurio. Por ello, cuando Quetzalcóatl reaparece después de estar en el averno, arroja al cielo sus lanzas y sus rayos luminosos. Si atraviesa con sus lanzas a un dios, los dones que éste confiera se perderán por ese año; si atraviesa con ellas a la Diosa de las Aguas, habrá sequía; y si hiende al Dios de los Laberintos, entonces fracasarán las cosechas. Cada víctima significa algún aspecto de la vida diaria.

        Esto se halla ilustrado en la Tabla de Venus del Códice de Dresden, en cuyas páginas hay imágenes en las que Venus desaparece antes de su salida helíaca y en las que Quetzalcóatl atraviesa víctimas con las lanzas de sus rayos luminosos en el cielo del amanecer, y que tal como se lo presenta son de mal augurio.

         Llamaban a las Pleyades Tzab, la palabra maya se usa para indicar los cascabeles de una culebra cascabel, tal vez por su parecido imaginario. A Géminis lo llamaban ac, tortuga.

           Se ha sugerido que los antiguos mayas tenían su propio Zodíaco, compuesto de trece casas y que este Zodíaco maya puede estar representado en las paginas 23 y 24 del Códice Peresiano. Si así fuere, los tres primeros signos o casas eran Escorpión, Tortuga y Cascabel, pues estas son las tres primeras figuras que se ven colgando de una banda de constelaciones en el medio de la sección que se encuentra en la página 24 de dicho códice. Las Pléyades tuvieron mucho que ver en la orientación de varios centros ceremoniales, y predecían el día de la siembra y el comienzo de las lluvias con su salida matinal del 25 de abril.

La diosa del amor abraza a las siete hermanas

     No se trata de ningún título de novela lésbica, sino más bien de un precioso fenómeno que se repite cada ocho años exactamente, y como tal, creo que merece unas líneas en la Web de Masm.

    Venus tiene un periodo sinódico de 583,93 días, es decir, cada casi seiscientos días terrestres Venus se halla en la misma fase o elongación con respecto al Sol visto desde la Tierra y lo observamos presentando la misma fase. Curiosamente cinco ciclos sinódicos son exactamente ocho años terrestres. Por tanto, cada ocho años Venus se halla en la misma posición del cielo (séase las pléyades) y tiene la misma fase y elongación con respecto al Sol, como se ha observado antes, los Mayas ya conocían el fenómeno.

    Durante el mes de abril de 2004 Venus pasó a menos de 10′ al sur del cúmulo, fenómeno que fotografié con la cámara digital Casio EX-Z4 de 4 megas que poseo desde la localidad mallorquina de Can Picafort (España) el 3 de abril. Los resultados no se pueden clasificar como espectaculares pero para ser la primera foto digital de carácter astronómico no me puedo quejar. 

M45 y Venus fotofrafiados con mi cámara digital.

Otros encuentros, …

     Realmente seguirán habiendo más encuentros entre Venus y M45; como hemos comentado antes ya los mayas conocían dicho periodo, también, nuestra cultura occidental también lo conoció y le dio cierto simbolismo el hecho de que se repitiera cada ocho años; ya en el libro El código Da Vinci de Dan Brown nos explica la simbología existente con el número ocho y el periodo cíclico también de ocho años en las olimpiadas en la antigua Grecia, además de las trayectorias pentaculares de Venus en la bóveda celeste.

Las fechas son idénticas, esta vez pasará más cerca del cúmulo de las Pleyades a menos de 20′ de arco. La fase de Venus será la misma ya que coincide con la elongación solar.

   La máxima aproximación tendrá lugar el 4 de abril, donde sólamente pasará a 5′ de arco al sur de Atlas, fenómeno realmente asombroso para observarlo.

Observando el fenómeno vemos que cada ocho años se acerca más a las Pleyades, y realmente es así porque nada menos que ocho años más tarde como se observa en el gráfico ya se interna Venus dentro del mismo cúmulo estelar.

El gran encuentro

       Nada menos que en el año 2028, observaremos como Venus se introduce dentro del cúmulo de las Pleyades surcando a sus hijas pasando a menos de 5′ al sur de Alcyone, a 1,5′ al sur de Merope, a menos de 1′ de arco al sur de Pleyone y a 3′ de arco al norte de Atlas. La fase de Venus será la misma el 44% del disco estará iluminado. Es una gran oportunidad de contemplar el fenómeno astronómico que ya hace más de mil años que el ser humano ha estado estudiando y divinizando.

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